jueves, 19 de noviembre de 2015






Un canasto de palangre armado con su correspondiente sedal y 30 anzuelos.




    Una linea de palangres soltada en el mar, era necesario dejarlo no menos de tres horas para que les diera tiempo a picar, solían contener dos bollas o señales para
    saber su situación, a veces era suficiente con una sola señal. Se daban casos de que un pez grande viera al pequeño enganchado en el anzuelo y se lanzaba a por él quedando también atrapado, normalmente rompía la linea por su peso y tamaño luchando para escaparse, muchos los he sacado sin anzuelo ni nada, había que volver a reparar.
    A pesar de tener la barca en días alternos casi siempre salíamos juntos, esto más que nada lo respetábamos para el verano que solíamos salir a pasear con la familia, íbamos a alguna cala cercana a pasar un día maravilloso, la mayor parte de las veces mientras la familia se bañaba nosotros aprovechábamos para pescar.

Teníamos un juego de 6 nasas para colocar en lugares estratégicos para la pesca de langosta pero nunca tuvimos éxito, las nasas terminaron en el cuarto de los trastos.







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