martes, 24 de noviembre de 2015




Del corazón de los torrentes brota la vida, de la profundidad de los embalses nace la calma.

Vida y calma es el mejor premio obtenido por un pescador en una jornada de pesca aparte de los trofeos logrados que no son precisamente las copas y medallas sino las piezas capturadas, esos seres vivos que son apartados de su ambiente natural en contra de su voluntad para que el pescador disfrute y aunque no lo crean, él también sufre al verla agonizar en sus manos, es por ello, que en muchas ocasiones les concede la libertad cuando aún hay remedio porque a veces al estar atrapada y herida con el anzuelo ya no se le puede devolver la vida, en tal caso a los pocos minutos moriría.


Para un pescador no hay momentos mejores vividos que los pasados en las inquietas aguas de los torrentes de montaña al acecho y captura de una hermosa trucha, desde que la localiza o la intuye en el remolino o remanso y la persigue hasta engancharla en su anzuelo; como las horas pasadas a la orilla de un embalse o tranquilo lago con las cañas lanzadas esperando la picada que nos avisa con el cascabel, la lucha entre el animal y el hombre es lo más emocionante que pueda existir para un pescador, notar los tirones que por la experiencia ya sabemos su tamaño y con la fuerza que el animal intenta liberarse luchando hasta la muerte.

              Buscando en el lecho del río el lugar apropiado para desobar


 Una preciosa trucha luchando por librarse del anzuelo que la ha atrapado




He puesto este título al blog porque a pesar de ser un amante de los animales y tenerles un gran cariño y respeto, he sido un “gran furtivo” porque no he respetado las leyes y lo más importante, no los he respetado a ellos, a la trucha, especie que en gran parte he sido uno de los causantes de su extinción en los embalses de la Serra de Tramuntana en Mallorca, por ello ahora me siento muy arrepentido porque si en vez de pescar indiscriminadamente sin control solo por placer lo hubiera hecho con deportividad y respeto restituyendo las capturas a su hábitat natural, ahora habría muchas más y todos podríamos disfrutar de ellas, o en todo caso quedarse con alguna para disfrutar de su excelente sabor bien condimentada.
Años más tarde supe que una gran seguía allá por los años 80, dos años sin llover arrinconaron a todo bicho viviente en la pequeña charca que formaba la cabecera de los embalses hasta quedar totalmente secos y los dejaron sin vida, esto alivió mis remordimientos y dejó tranquila mi conciencia.

No solo he sido furtivo en aguas dulces sino también en aguas saladas de éstos mares mediterráneos donde existen prohibiciones que yo tampoco respetaba por el solo afán de pasarlo bien con este maravilloso deporte, posiblemente las sanciones por incumplirlas no eran altas y por ello no las respetaba, tampoco mi furtivismo era exagerado, pescar con palangres, nasas y pequeñas redes no era para tanto y tampoco la cantidad de pescado que la mayoría de veces no pasaba de los 8 o 10 kilos como máximo en una jornada incluyendo pesca con caña, calado de redes y palangres y alguna pasada de curricán, posiblemente nuestra inexperiencia no nos permitía hacer grandes pescadas. Más delito era por aquellos tiempos los pescadores deportivos como yo que en vez de pescar se dedicaban al contrabando de droga, con sus pequeñas embarcaciones se acercaban a los barcos nodriza donde les suministraban para después trasladar a puerto en horas nocturnas e incluso a sabiendas de la Guardia Civil que hacía la vista gorda a cambio de buenos sobornos, lo nuestro era juego de niños comparado con otras cosas.
Desde muy tierna infancia me viene la afición a la pesca, solo contaba con ocho años cuando el hijo de nuestro vecino de dos años mayor que yo me enseñó a fabricarme un artilugio de pesca con una rudimentaria caña común, un simple hilo de coser y un alfiler doblado en forma de anzuelo, el trozo de un corcho de cualquier botella hacía de flotador.

Nuestras fincas estaban separadas por el rió Aguacebas que nacía allá por las altas cumbres de la Sierra de Las Villas y desemboca en el Guadalquivir en la villa de Mogón, todos estos contornos estaban plagados de trucha común además de animales de especies protegidas en esta misma sierra y en la de Cazorla consideradas como parque natural de la biosfera, también existen especies endémicas como la insectívora Pinguicula anlliisneriifolia. Entre la abundante fauna destaca el ciervo, el corzo , la cabra móntes , muy amenazada en la actualidad, la nutria,el turón. la endémica lagartija de Valverde, el águila real y el halcón peregrino , las simpáticas ardillas, nutrias y el lobo común.





Río Aguascebas zona alta, varias veces me lo he recorrido pescando barbos en la zona baja y truchas en la alta. El silencio y la paz que se respira en estos lugares es único y más cuando la jornada ha sido productiva




                            Una preciosa libélula, excelente bocado para la trucha

La nutria es un animalito normalmente de vida nocturna, dicen que si se come cazado en el agua su sabor es a pescado y por el contrario, si es cazado en tierra su sabor es parecido al del conejo.





lunes, 23 de noviembre de 2015


Otras especies endémicas pueblan toda la zona dándole una grandiosidad, vistosidad y valor ecológico como podemos admirar al águila real



Águila real


Buitre leonado

Buitre negro

El corzo
La cabra montés o ibérica
Gran cantidad de ciervos

 El jabalí


El alcón peregrino

La perdiz roja
 La paloma torcaz
El faisán

El urogallo
                                                      
Las simpáticas ardillas





El gavilán



                                    
El lobo común con el que me he tropezado algunas veces en mis andaduras por los ríos,
en una ocasión con una manada de cinco en la sierra del Río Francia cerca de un pequeño y precioso pueblo conocido como San Martín del Castañar a pocos kilómetros de La Alberca donde se puede saborear un rico churrasco de ternera asado a la brasa, su plaza es famosa y ha sido pintada por numerosos artistas, algunos han plasmado su firma en las columnas de los soportales, allí estampé también la mía con orgullo de encontrarme entre ellos



Plaza de La Alberca


Río Francia en las inmediaciones de San Martín del Castañar


Lugar muy apto para la pesca con mosca al lance con látigo también conocido como “cola de rata” . El lugar idóneo para lanzar es justo donde acaba la espuma y comienza el remanso.


Distintos lances al látigo con cola de rata







San Martín del Castañar está situado en lo más alto de una loma por lo que para desplazarse a otro lugar es necesario bajar y subir grandes pendientes al regreso.
En estos pintorescos pueblos de la provincia de Salamanca son muy populares los festejos taurinos, famosos por la cría de cerdos ibéricos que producen unos excelentes jamones y lomos embuchados.




Por todas las zonas de nuestra piel de toro por donde he pasado y visitado me he encontrado con infinidad de especies animales como el lagarto,algunos llegan a medir más de un metro desde la cabeza al final de la cola.








Y la mortal víbora  famosas por su veneno
probablemente el más potente entre
                                            los reptiles presentes en Europa



Gran variedad de fauna hay en estas montañas, solo he mostrado las más importantes y significativas, también existe una gran variedad de insectos que no voy a exponer por ser
muy larga su lista, solo os mostraré los que yo me fabricaba para pescar tratando de imitar a los de la zona a base de plumas de gallo y otras especies de aves.
Solo podía practicar la pesca en verano cuando tenia vacaciones, casi siempre estaba desnudo, tan solo un pequeño taparrabos cubría mis partes íntimas, metía mis manos bajo las piedras en busca de peces, bichos y lo que hubiera allí debajo era atrapado por mis hábiles dedos, me lo pasaba muy bien cuando mi hermana Angelines 8 años mayor que yo intentaba imitarme, yo le decía, tu mete las manos por esa parte, yo por esta y entre los dos lo atrapamos, al tantear al animal ya sabía yo si se trataba de una trucha, rana o de una culebra, cuando sabía a ciencia cierta que era una culebra le decía, cuidado que aquí hay una muy grande, agárrala fuerte, ella la agarraba y cuando la sacaba al exterior la soltaba de inmediato con el consabido susto de haber tenido semejante bicho entre sus dedos, aún así a ella le encantaba ir a pescar con su hermano pequeño de apenas 8 años con la piel curtida y negra casi como el carbón de tanto sol de montaña recibido en mi piel durante el 
largo verano.
Infinidad de insectos donde la mayoría ejecuta su labor especialmente para el tema que hablamos en este blog muy atraídos por la trucha.

domingo, 22 de noviembre de 2015



INSECTOS ENDÉMICOS DE LA RESERVA DE CAZORLA Y LAS VILLAS, de altos y bajos vuelos como los que se refugian bajo las piedras en los lechos de los ríos.


Gusarapa común







Las que habitaban aquella zona no solían ser muy grandes, un tamaño normal de no más
de 200 a 500 gramos pero era muy audaz y terriblemente luchadora, en ocasiones un ejemplar pescado con caña llegaba a resistirse luchando hasta más de media hora y esto resultaba apasionante,a veces se introducía entre la maleza de la que era extraída con sumo cuidado y la pericia del pescador. La mayoría de peces luchan por su vida hasta la extenuación pero ninguno con tal vigor, fortaleza y ganas de vivir como la trucha.
Simplemente poder observar los movimientos en su habitad, verlas al acecho de posibles presas en los remolinos que forman las cascadas en las torrenteras de aguas trasparentes es maravilloso.
Los buenos pescadores de truchas se suelen fabricar sus propios señuelos con plumas de aves y diversos utensilios para la pesca con mosca al látigo o curricán con buldó.




  

                                           Cebos artificiales industriales para la
                                          pesca al curricán y al arrastre, son muy
                                            efectivos y atrayentes tanto en el mar
                                                       como en agua dulce.  
          Moscas fabricadas a mano imitando cebos artificiales para la pesca  tipo látigo.                                                                   


Lugares preciosos llenos de rincones bellos y paisajes inigualables, y no digamos de sus tres ríos: el Aguascebas chico que desemboca en el Aguascebas grande y éste en el Guadalquivir justo en la pequeña villa de Mogón, todos repletos de peces: barbos, bermejas, truchas y alguna nutria se podía ver sobretodo al anochecer.
Con el tiempo fui aprendiendo los misterios de la pesca y especialmente de la trucha común, la que habitaba en aquellos ríos de aguas transparentes, me conocía todos los rincones y escondrijos donde podía encontrarlas pescándolas a mano, ninguna se me resistía a pesar de ser muy escurridizas, cuando caía en mis garras ya se podía dar por perdida. Las especies de truchas que habitaban aquellos ríos verdaderamente eran preciosas, con unos variados colores inigualables, tenerla en la mano y acariciarla era como poseer uno de los más preciados tesoros.

No quiero presumir ni alardear de las grandes capturas que he hecho a lo largo de toda mi vida como pescador, en este blog voy a narrar las anécdotas y pasajes más significativos que hacen más gracia y por ciertos apuros que pasé sin grandes consecuencias, el encuentro con los lobos, las pocas veces que he sido perseguido por los guardas forestales logrando siempre escabullirme con gran habilidad y las hazañas vividas con los amigos y compañeros.

La gran ilusión de mi vida ha sido desde siempre ir a pescar truchas al Canadá o a La Patagonia, mi hijo Javi siendo muy joven me prometió que iríamos los dos cuando él acabara sus estudios y ganara para ahorrar lo suficiente y cumplir mi sueño, nunca pudo realizarse y no fue por el asunto económico sino por otras causas que ahora no vienen al caso.

Mis primeras hazañas comenzaron a muy corta edad, no había cumplido los ocho años cuando me reunía con mi vecino, el que vivía al otro lado del río que me llamaba y yo acudía solícito con ganas de aprender y practicar lo poco que sabía, no pasó mucho tiempo ya pescaba más a mano que con aquella rudimentaria caña. Con el tiempo llegué a conocer bajo que piedras se refugiaban aquellos escurridizos tesoros e incluso las veía nadando hacia ellos, entonces yo con mi pericia las atrapaba.

Mi primer tesoro para poder practicar la pesca con eficacia fue una auténtica caña que me regaló Pier Francois, el pintor al que le serví como ayudante en la restauración de la iglesia, tenía 14 años, hasta entonces me limitaba a pescar con la rudimentaria caña y, eso si, ya me hice con auténticos anzuelos y sedales.
Con Pier aprendí muchos trucos y forma de lanzar, me enseñó que los mejores cebos son los naturales, los que están en el habitad de lo que se va a pescar, infinidad de bichitos se podían encontrar bajo las piedras y muchos insectos volaban por encima de nuestras cabezas, siempre que podía pillar alguno lo enganchaba en el anzuelo y presa segura.


Muy buenos ratos y jornadas de pesca pasé con mi “maestro”, Mosieur Pierre Francois,mucho aprendí en el andamiaje pintando como en las aguas pescando, recuerdo una ocasión que fuimos a la cabecera del Guadalquivir muy cerca de su nacimiento por debajo del Pantano del Tranco en lo más alto de la sierra de Cazorla.

Nacimiento del Guadalquivir


Imágenes del Pantano del Tranco. Truchas de hasta 20 kg. Se han pescado aquí




Siempre lo llevaba repleto de botes y latas de pintura y algún saco de cal para las mezclas de sus pinturas al fresco pero nunca faltaba sitio donde meter las cañas y las viandas para pasar el día, solíamos ir los domingos o días festivos, nos parábamos a comer allá donde nos pillara con hambre y recuerdo que en una ocasión fuimos para pasar solo la mañana con la intención de regresar a comer a casa pero la pesca estaba tan animada que decidimos quedarnos también por la tarde, no habíamos llevado viandas, y… ¿donde podíamos comer por aquellos parajes donde no había restaurantes ni nada parecido? Mosieur Francois era un veterano con buenos recursos, ya en alguna ocasión comimos de lo pescado pero nos gustaba algo más sólido y típico de la tierra, divisamos una pequeña casa de labradores cerca del río y hacia allá nos dirigimos pensando en lo que nos podía ofrecer la dueña de la pequeña y destartalada casita tipo cortijo andaluz, es lo que por allí suelen llamar “cortijillo”, la mujer era tan pobre que apenas tenía que ofrecernos pero vimos gallinas correteando alrededor de la casa por lo que supusimos que huevos por lo menos tenía la buena mujer, más una olla de barro bien guardada repleta de chorizo en manteca de cerdo (lo del chorizo lo supimos después de ella salir a la huerta a buscar unos tomates). Mientras esperábamos yo divisé un trozo de tocino con muy buena pinta colgado en la chimenea, mire Pier le dije sin mas, y él sacando una navaja del bolsillo agarró el trozo de tocino y partió dos pedazos que comenzamos a zamparnos con un cacho de pan que había sobre una pequeña mesa, en ese momento entro la dueña y dijo: NOOOOO POR DIOS¡¡¡¡¡ NO TOQUEN ESE TOCINO QUE ES CON EL QUE ME ALIVIO LAS ALMORRANAS, ya les tengo preparado algo más rico de mi propia cosecha al tiempo que nos colocaba ante nuestras narices un suculento plato con huevos fritos y chorizo acompañado con una fresca ensalada de tomate y cebolleta. Todo nos supo a gloria. Después de pagar a la señora una generosa cantidad nos fuimos a echar una siesta bajo un sauce a la orilla del río. Nunca se me olvidará este día y sobretodo lo del tocino que el amigo Pierre no entendió y más viendo lo que se nos avecinaba, yo si la entendí pero al ver los huevos con el chorizo se me fueron las penas olvidando con qué se aliviaba la pobre señora sus hemorroides.




Después de una tranquila siesta y hecha una buena digestión continuamos toda la tarde pescando.
Terminamos la restauración de la iglesia más algún que otro trabajo que le salió después,
él se marchó a otros trabajos en la misma provincia y yo ingresé en el Ejército. No volví a pescar hasta cuando tenía más o menos 20 años que iba a pasar las vacaciones con mi hermano Pepe, su mujer Francisca y las niñas, Rosamari y Josefina. Veranos muy agradables he pasado con ellos sobretodo en las fiestas del pueblo y con la pandilla de amigos bañándonos en la desembocadura del Aguascebas donde de vez en cuando practicaba mi deporte favorito. Era una pandilla muy maja con la que íbamos a pasear por la alameda rondando a las chicas del bonito y pintoresco pueblo.